Códigos QR, una alternativa no tan segura durante la pandemia
Brontobyte Cloud • 20 de octubre de 2021

Entre las tecnologías que han experimentado un mayor auge durante la pandemia está la de los
códigos QR. Las empresas se han visto en la necesidad de tener que
reinventarse y adoptar herramientas tecnológicas para dar solución a algunos de los problemas que planteó la pandemia, como la necesidad de guardar distancia física o de mantener una higiene más escrupulosa. La prevención para reducir el riesgo de contagio de la covid-19 ha
disparado el uso de esta herramienta, que permite leer desde el móvil la carta de un restaurante o un programa cultural sin necesidad de pasarlo de mano en mano. Sin embargo, el éxito de dichos códigos ha llamado también la atención de los ciberdelincuentes.
Las autoridades han detectado en los últimos meses un
aumento de los intentos de
fraude y robo de datos por esta vía.
El Jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, explica que estos delitos se pueden dar de distintas formas. Los delincuentes pueden pegar un código QR malicioso encima de una ya existente en un museo, restaurante, anuncio, etc. o que los sitúen en lugares públicos, de cualquier manera i anunciándolo con alguna excusa como un sorteo. En el primer caso, los delincuentes solo necesitan colocar el código fraudulento sobre el código real y eso hace que sea más difícil detectar la trampa. En el segundo caso, es más probable que el usuario dude sobre la autenticidad del código QR, ya que no suplanta a una empresa real i está situado en la calle.
Los códigos QR
se utilizan de forma mayoritaria a través del 'smartphone', por lo que pueden servir de puerta de acceso a la información que almacena el dispositivo, como los datos de ubicación, o iniciar la descarga de software malicioso
en el equipo (troyanos bancarios, malware, etc.) e incluso realizar pagos.
El principal problema de este tipo de fraude es que, al escanear el código con el móvil, “el usuario no ve cuál es la URL
o dirección web a la que accede”, sino que entra en ella antes de poder darse cuenta. Lo más importante para no caer en el enredo es tener sentido común: “Si vas a un restaurante y vas a leer la carta, no tiene ningún sentido que [al escanear el QR] te pidan un dato personal”. El usuario debe sospechar cuando el enlace le lleva a un sitio de descarga, cuando el archivo que se descarga en su teléfono no es un PDF o un documento de Word (como suelen ser los menús de los restaurantes) y, sobre todo, cuando lleva a archivos ejecutables en el teléfono.
Lo más característico
de los delitos a través de los códigos QR
es que es el propio usuario el que toma la iniciativa en la interacción. Al escanearlo, es él el que va hacia la trampa, sin que el delincuente tenga que hacerle llegar el anzuelo de forma activa. En el caso de los QR, el virus podría infectar el teléfono
al ejecutar archivos a través del enlace o de una aplicación (en el caso de que el usuario haya accedido a descargarla). Por eso, una vez escaneado el código, si se solicita ‘‘que descargues una aplicación, hay que tener mucho cuidado cuando lleva a mercados no oficiales’’, es decir, a otros que no sean Play Store o App Store.

Plantear esta pregunta puede parecer atrevido. Y lo es. Porque sugiere que alguien —una persona, un equipo, una decisión— podría ser determinante para evitar algo tan complejo como un ciberataque. Sin embargo, detrás de esta incómoda cuestión hay una verdad incuestionable: la ciberseguridad no depende solo de las máquinas, sino, sobre todo, de las personas. La tecnología no es suficiente Por más avanzada que sea la infraestructura IT de una empresa, por más firewalls, sistemas antivirus o soluciones de backup que se implementen, todo puede venirse abajo por una sola acción humana : un clic en un enlace malicioso, una contraseña compartida, una red WiFi insegura, o incluso un simple descuido. La primera línea de defensa no es el firewall. Son tus empleados. Sí, la misma persona que gestiona las redes sociales, que atiende a proveedores, que revisa correos en su break, o que accede remotamente a los sistemas desde casa. Todos pueden ser una puerta de entrada… o un muro de contención. El eslabón más débil (o más fuerte): las personas la seguridad de tu empresa como un castillo. Puedes construir murallas impenetrables, instalar vigilancia 24/7, y blindar cada puerta. Pero si alguien abre una ventana por descuido… toda la protección se vuelve inútil. Eso mismo ocurre en el entorno digital. El factor humano es, y seguirá siendo, el punto más vulnerable. Pero también puede convertirse en el más sólido, si se le entrena adecuadamente. Tipos de ciberataques más comunes Los ataques informáticos han evolucionado hasta parecer auténticas campañas de marketing: diseñadas para inspirar confianza, obtener resultados y dejar el menor rastro posible. Estos son algunos de los más frecuentes: Malware : Software malicioso diseñado para espiar, dañar o secuestrar información. Phishing : Suplantación de identidad para engañar y obtener acceso a datos confidenciales. Ataques DoS/DDoS : Saturan servicios hasta colapsarlos, dejándolos fuera de línea. Ataques de día cero : Aprovechan vulnerabilidades que aún no han sido parcheadas. Spoofing : Suplantan direcciones IP o remitentes de correos electrónicos. Inyecciones SQL : Manipulan bases de datos mediante formularios vulnerables. Man-in-the-Middle : Interceptan comunicaciones sin que el usuario lo note. Y esta lista sigue creciendo. La creatividad de los ciberdelincuentes no tiene pausa. ¿Quién está detrás de estos ataques? La imagen del hacker solitario con capucha en un sótano oscuro está desactualizada. Hoy, muchos ataques vienen de organizaciones criminales estructuradas como empresas : con departamentos técnicos, comerciales, soporte al cliente e incluso garantías de éxito. Algunas ofrecen ataques “a la carta” (como el Ransomware-as-a-Service), mientras otras simplemente prueban sus herramientas al azar, buscando sistemas mal protegidos. Estamos ante una industria millonaria en expansión… y muchas empresas siguen actuando como si fuera ciencia ficción. Caso real: Un clic que costó millones Hace poco, una multinacional tecnológica fue noticia por sufrir un ciberataque devastador. El punto de entrada fue algo tan simple como un correo abierto por un empleado . Aparentemente legítimo, pero con un enlace malicioso. Todo indica que fue un caso de phishing dirigido , una de las técnicas más usadas hoy en día por su eficacia. Tres preguntas que surgen de este caso: ¿Qué error cometió el empleado? Posiblemente ninguno consciente. Abrió un correo como lo hacía todos los días. ¿Qué tipo de ataque fue? Phishing, ejecutado con ingeniería social avanzada y un mensaje creíble. ¿Tenía formación en ciberseguridad? Probablemente no. Y ahí radica el problema. Si hubiera sabido identificar señales de alerta, tal vez el clic no habría ocurrido. La hiperconectividad: una espada de doble filo Hoy en día, todos los roles dentro de una organización están conectados de una forma u otra: desde un becario en prácticas, hasta el responsable de sistemas. Un móvil personal conectado a la red corporativa, una contraseña débil compartida, o el uso de herramientas no autorizadas (shadow IT) pueden abrir grietas peligrosas. Por eso, la seguridad ya no es solo una cuestión del departamento de IT . Es una responsabilidad compartida , que debe formar parte de la cultura empresarial. ¿Qué puede hacer tu empresa para protegerse? La buena noticia: hay mucho que puedes hacer. Aunque no existe la ciberseguridad absoluta, sí puedes reducir el riesgo de forma drástica combinando personas, procesos y tecnología. Aquí tienes una hoja de ruta efectiva: ✅ Segmenta el acceso a la información sensible No todos los empleados necesitan acceder a todos los datos. ✅ Contraseñas robustas y doble autenticación Y, sobre todo, cámbialas regularmente y evita que se compartan. ✅ Actualizaciones regulares Tanto de software como de firmware. Cada parche evita una posible brecha. ✅ Backups periódicos y protegidos Asegúrate de que tus copias de seguridad se ejecutan correctamente, están cifradas y almacenadas en repositorios inmutables o con protección antimalware. ✅ Firewalls, antivirus y soluciones antiphishing activas En todos los equipos y en la red. No solo en los servidores. ✅ Formación continua en ciberseguridad No basta una charla anual. Hay que entrenar y concienciar con frecuencia y casos reales. ✅ Simulacros y protocolos claros de respuesta ante incidentes Cuando ocurre un ataque, cada segunda cuenta. Todos deben saber qué hacer. Entonces, ¿quién puede impedir un ciberataque? Volvamos a la pregunta inicial. Y ahora la respuesta parece más clara: Cualquiera que forme parte de la empresa. Sí, cualquiera. Desde el CEO hasta el personal de limpieza. Todos tienen en sus manos la posibilidad de detener un ataque… o de abrirle la puerta sin querer. Por eso, la ciberseguridad no debe verse como un gasto, sino como una inversión crítica y transversal . En Brontobyte Cloud trabajamos con empresas como la tuya para que estén mejor preparadas frente a cualquier amenaza. 📌 Desde soluciones de backup con repositorios inmutables , hasta planes de contingencia personalizados o formaciones adaptadas a tus equipos . Pero hay algo que siempre decimos claro: “La ciberseguridad no se delega. Se comparte.” Porque la diferencia entre ser víctima o estar preparado puede estar en un solo clic . Y ese clic, depende de todos.